En septiembre de 1991 al llegar a mis oficinas por la mañana, como a las 11.00 horas, mi secretaria me informó que había llamado una persona solicitando si se le podía atender a las 14.00 horas, el se comunicaría posteriormente para saber la respuesta, le dije a mi secretaria que le informará que sí le atendería a la hora que solicitaba. (Ese señor al solicitar lo anterior me “clavó” es decir lo esperaría).
En la hora mencionada se recibió una llamada telefónica de la persona diciendo que acudiría a las 14:15 horas, se le aceptó (Confirmó y se aseguraba que estuviera solo), llegó puntual, se le pasó a mi privado que en ese tiempo estaba en la planta baja y de inmediato parado se ubicó en un rincón opuesto a la puerta de ingreso, mi secretaria se despidió, dicho señor no dejaba de fumar cigarrillo tras cigarrillo, aprecié en sus ojos como de una persona desvelada (drogado, esto esta el final lo supe).
Me presenté y lo invité a sentarse no lo hizo, continuó parado en el rincón, al decirle en que le podía ayudar, de inmediato sacó dos pistolas súper 38, que traía fajadas una de cada lado, imperativamente me dijo:
“Acompáñeme”
le pregunté, “¿por qué?” Le dije que se identificara y me dijera de qué se trataba.
“Obedezca o aquí me lo quiebro”
No tuve más remedio que obedecer, me tomó de mi brazo derecho, en su mano derecha llevando la otra arma, al llegar a la cochera estaba un vehículo Spirit blanco y tapándola un Datsun blanco, (esta posición de los vehículos no permitía el ingreso de otros, lo tenían planeado), le volví a preguntar “de que se trataba”, por respuesta me dio un cachazo en la cabeza que me descalabró, de inmediato empezó a emanar sangre bañando mi camisa, en esos momentos un colaborador mío Javier que se encontraba en la planta alta vio lo que sucedía, bajó rápidamente dirigiéndose al individuo que me llevaba, le preguntó:
“¿qué pasa?”,
En eso, este último le dijo: “quieto cabrón o te trueno”
Le grité a mi colaborador por su nombre, “Javier no hagas nada”
El tipo estaba apuntándole con el arma, sí lo hubiera matado, lo vi decidido, este me obligó a subir al primer auto en el asiento trasero, el abordó el asiento delantero junto a su chofer, indicándome ir acostado en el asiento, me proporcionó una chamarra para que me cubriera la cara y no me diera cuenta de la ruta que tomarían, en el piso del auto había muchos cartuchos y algunas pistolas escuadras y revólveres, mencionándome:
“toma un arma, o eres cobarde”, “Si, soy cobarde”, le respondí.
Salimos de mi negocio y por las avenidas que cruzaban no respetaban los “altos” se los pasaban “a la brava”, pude darme cuenta que en el rincón que forma el tablero con las puertas iban “cuernos de chivo”, yendo por una de las avenidas alcancé a ver que sacó una de esas armas y disparó al aire una ráfaga, debo mencionar que continuamente fumaba cigarrillos cortos que después supe le llamaban “pericos”, combinación de droga y “hierba” del largo de medio cigarro.
Después de recorrido un tiempo aproximado de 20 minutos llegamos a una finca a medio construir, su entrada era un portón por la que entraron los vehículos, dentro en lo que parecía una sala-comedor, me pido mi cartera que contenía mis credenciales de donde las sacó y mandó a uno de sus colaboradores a verificar la información contenida en ellas. Me invitó a sentarme en uno de los sillones de un juego de sala colonial, a mis espaldas estaba un baño con su puerta de lámina abierta y a mi lado derecho una ventana y vi una barda de 2.00 metros de alta, retirada de la ventana como a 1.50 metros. En esa habitación había muchos cartuchos regados, armas de diferentes calibres y en cada rincón recargadas unas “cuernos de chivo” el individuo volvió a invitarme a tomar un arma, la que me gustara.
“o eres cobarde”, “si soy cobarde” volví a decirle.
Noté que había disminuido su prepotencia, cambio a la de ser amable y como en ningún momento mencionó con que banco me manejaba, esto me indicó que el secuestro no era con fines económicos, percibí que se relacionaba con mi actividad de Investigador Privado. Para esto mi familia ya había acudido a presentar denuncia ante la Dirección de Averiguaciones Previas de Av. Libertad. Mis captores ya estaban enterados pues se dieron cuenta por radio.
El jefe de todos los que intervinieron en mi secuestro y los que se encontraban en la finca comenzaron a interrogarme, a que me dedicaba, mi nombre, profesión, de mi familia, toda la información de mi persona, me daba cuenta que si le mentía nada bueno me sucedería, cuando él o ellos me interrogaban y mis respuestas eran congruentes con las que ya me habían hecho, eran confirmadas por sus ayudantes y se volvía a insistir por él u otro, en un inter en que me dejaron solo, lloré, lloré como los meros “machos”, no por miedo a lo me fuera a pasar en esos momentos, sino que pasó por mi mente toda mis familia: mi esposa, mi madre, mis suegros, hijo, hijas sus esposos y esposa, nietos, pensé en que ya no los vería, rogué a Dios por ellos y le pedí su ayuda para salir esa situación; se los encargué, también pensé que podría hacer como tentativa para tratar de escapar o en último de los casos “jugármela” en tomar una de las armas, conozco de ellas, más no tenía la seguridad de que estuvieran cargadas, medía el tiempo que duraban en regresar, y medí la altura de la barda que se veía a través de la ventana. Tenía la certeza que podía brincarla y escapar, sentí un algo que me dijo “espera” y así sucedió.
A uno de los ayudantes se le “salió” decirme, que su esposa lo abandonó y andaba “encabronado”, “mejor infórmale”, me dijo.
Le contesté: “no se ni quien sea su esposa, como voy a informarle, no se ni de que se trata”, le contesté.
Finalmente el jefe me enseñó un recibo provisional en una hoja membreteada de mi negociación en el se mencionaba la cantidad dada a cuenta del servicio y el nombre de la persona.
Efectivamente era de una señora que al parecer era su esposa y que me había solicitado una investigación, cuando reconocí el recibo recordé a la persona, (que no volvió ni pagó el resto de los honorarios).
“no que no sabias”, me señalo el “jefe”, “como voy a saber con lo que usted cuenta, no soy adivino, me la hubiera mostrado desde el principio y se lo hubiera explicado”, le respondí.
Esto le causó risa (dentro de mi me dije: ya me lo gané), le explique de que se trató la investigación, a los pocos minutos le indicó a uno de sus ayudantes:
“llévenlo y déjenlo por ahí”
Esto hicieron como a las 18.15 horas. Antes de salir de ahí, me dirigí a el diciéndole:
“Usted algún día me lo paga”.
Refiriéndome a que me lo pagaría con un favor que llegara a necesitar, pues se había dado cuenta que yo sabía quien era él y donde lo podía encontrar.
Salí de ahí con dos de sus ayudantes disculpándose a nombre de su “jefe”, que comprendiera lo que el vivía en esos momentos, les contesté:
“de acuerdo y yo que, chico pedote me sacaron”
Me dejaron en un lugar poco transitado, tome un carro de sitio que me llevó a mi casa donde mi familia estaba muy preocupada, de mi esposa ni me pregunten, pensando lo peor de lo que me hubiera sucedido. Al verme les dio gusto y llorando todos nos abrazamos.
“TODO SALIO BIEN GRACIAS A DIOS”